Silence and then.. you sleep.

Un viaje o quizás unas vacaciones con arrebatos de anormalidad (lógicos de su naturaleza), África incluyendo a un México de lengua inglesa, un territorio contrastado por las peores y mejores caras de cada región. Me veía en un supermercado, y tenerlos de escenario es una constante en estas situaciones, tal vez por ser centro de encuentro de las distintas clases, tal vez por chocarme con una realidad que tanto me cuesta ver. Adentro había un puesto de panadería en el que pedí sesenta centavos de pan, siendo lo único (visible) que me llevaría de ese lugar. Emprendí camino a la casa en la que parábamos, era grande y de madera; aunque se me dificulta recordar con exactitud su apariencia. Con cada paso me alejaba más de la muchedumbre de una ciudad bastante americanizada, de hombres de traje y mujeres autosuficientes; para adentrarme en un barrio pobre con veredas rotas de las que brotaban hombres negros y esclavizados (las miradas parecían traspasarme el cuerpo y el alma). A pesar del entorno mi caminar era fuerte y me llevaba a verlos con cierta superioridad que no deseaba, y quizás esto sea una de las cosas que recuerdo con mayor claridad: el pisar fuerte de alguien que creía tenerlo y conocerlo todo aunque esté tan lejos de esos conceptos..Las miradas se acentuaban y se detenían lentamente en su labor, resonando así cada vez más fuerte el toc toc de mis zapatos que sentía que odiaban, como si mi imagen representara a aquellos que los sometían a esa cruel realidad de hambre y dolor. Llegué finalmnete a la casa y en la vereda ví a mi papá, ayudaba a un hombre de piernas casi de palo y su cuerpo, su cuerpo llevaba el resultado de la peor atrocidad jamás cometida por la sociedad. Sin poder evitarlo empecé a llorar, en sobresaltos de desconsuelo toda mi apariencia se desvaneció ante su hambriento cuerpo; concluyendo entonces con una larga noche teñida de insomnios y preocupación por aquellas injustísimas imágenes televisivas que me llenaron de consciencia e ira